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Heritage - Hästens through the centuries | Hästens

HÄSTENS A LO LARGO DE LOS SIGLOS

Seis generaciones de maestros artesanos han llevado a Hästens al lugar que ocupa actualmente: una compañía familiar que sigue guiándose por las virtudes del sueño y el humilde orgullo de su oficio. Cada generación ha desempeñado su papel a la hora de dar forma a Hästens, superando las dificultades que se iban presentando. A continuación le presentamos una historia condensada de Hästens; una lectura para la cama, si lo desea.

LA PRIMERA GENERACIÓN


Pehr Adolf Janson

Las Navidades de 1839 fueron un momento muy doloroso en la casita de las afueras de Örebro donde vivían Pehr Adolf, de nueve años, y sus seis hermanos. Su padre, Johan Janson, acabada de anunciarles que su madre había fallecido, extenuada por las duras condiciones de vida de la época. La pobreza fue una constante en Suecia durante todo el siglo XIX; de hecho, una tercera parte de la población emigró a Estados Unidos con la esperanza de hallar una vida mejor. El padre de Pehr Adolf optó por quedarse en Suecia y, según fueron creciendo los niños, les inculcó la importancia de desarrollarse al máximo en su oficio y también como comerciantes:

«QUIERO QUE SEÁIS MEJORES QUE YO. QUE APRENDÁIS Y DOMINÉIS LA PROFESIÓN QUE ELIJÁIS PARA PODER DAR A LA GENTE ALGO QUE NECESITE. Y QUE, DE ESTE MODO, PODÁIS CUIDAR SIEMPRE DE VUESTROS SERES QUERIDOS».

Pehr Adolf se convierte en un joven ambicioso cuyo objetivo es ser maestro fabricante de sillas de montar. Esta decisión no solo cambiará su vida, sino también las de sus hijos y varias generaciones futuras. A los dieciocho años, Pehr Adolf se hace aprendiz y empieza a fabricar sillas de montar excepcionales con guarniciones de cuero sueco.

Cuatro años más tarde, el 22 de marzo de 1852, recibe de manos del Rey de Suecia el certificado de maestro fabricante de sillas de montar. Además de fabricar sillas y guarniciones, un maestro se dedica también a fabricar colchones con la mejor crin de cola de caballo, y también artículos de cuero. Los mejores artesanos sabían fabricar estos artículos con la mayor precisión pero también a gran velocidad, demostrando un apasionado espíritu de excelencia.

Para Pehr Adolf fue un gran orgullo hacer realidad sus sueños y los de su padre. Poco después, se casa con el amor de su vida: Elisabeth Charlotta Carolina Almblad. La pareja se muda a la pequeña localidad de Hed, en las afueras de Köping (pronunciado «Sherping») con sus tres hijos, Adolf Fredrik, Ida Elisabeth y Per Thure. Los dos chicos no tardarán en seguir los pasos de su padre, convirtiéndose en fabricantes de sillas de montar. Adolf Fredrik terminará por dejar el oficio y hacerse político. Y un político muy adelantado a su tiempo, ya que luchó activa y apasionadamente por la igualdad de sexos.

LA SEGUNDA GENERACIÓN


Per Thure se aseguró de que la tradición de maestría familiar siguiera viva a finales del siglo XIX, y para ello se hizo cargo del negocio de sillas de montar a partir de 1885. Para entonces, la familia ya llevaba mucho tiempo siguiendo el sabio consejo de que cada generación fuera mejor que la precedente y así pudiera ocuparse de sus seres queridos.
Educado de la misma forma que su padre, Per tampoco tardó en adaptarse a los nuevos tiempos y, cuando la Primera Guerra Mundial llevó a Suecia los primeros automóviles, tuvo la buena idea de centrarse en fabricar colchones, asientos y cojines de crin de caballo.

Per Thure Janson

LA TERCERA GENERACIÓN


David Stefanus Janson

Per Thure y su hijo David Janson llevarán un paso más allá la tradición de maestros de sillas de montar, haciendo crecer la fabricación de sillas de montar y guarniciones a la vez que expandieron el negocio familiar para fabricar más y más camas. Con la irrupción del automóvil, Janson supo predecir futuros cambios en el mundo del transporte y, en 1917, decidió concentrarse por completo en las camas. La víspera de la fiesta del solsticio de verano fue la fecha en que Paul Janson, el primo artista de Janson, dibujó el primer logo de Hästens.

Se incorporó un caballo al nombre de la compañía como tributo a su tradición como fabricantes de sillas de montar, pasando a ser un símbolo definitorio de la identidad de Hästens. Ese mismo año hubo problemas repentinos de escasez de material. La auténtica crin de cola de caballo, que siempre había sido el principal material de relleno de las camas, se volvió difícil de encontrar en la calidad y la cantidad necesarias para cumplir con la demanda de camas superiores de fabricación manual. Con el fin de obtener dicha calidad, la crin de caballo debe ser minuciosamente seleccionada, lavada, hervida, centrifugada, quemada y limpiada a conciencia para sacar a la luz sus propiedades adecuadas de relleno. Janson y su padre resolvieron estos problemas abriendo su propia planta de procesamiento de crin de caballo y, de ese modo, garantizando la alta calidad de Hästens.

David Janson recuerda: «Mi padre fue un artesano de la vieja escuela; para él, las palabras calidad y artesanía eran casi sagradas. Esta actitud se grabó a fuego en mi mente y en las de todos los que trabajaban para la compañía. Los productos que fabricamos tienen como fin ganarse el respeto del consumidor. Ese es el ideal al que siempre hemos aspirado. En aquella época, las condiciones laborales de un artesano de sillas de montar distaban mucho de ser perfectas, y el futuro no se presentaba más halagüeño. Más bien al contrario, de hecho. Pero nos planteamos cómo ampliar el estrecho marco en el que trabajábamos, y si debíamos pasar de la artesanía a pequeña escala a una pequeña empresa de tamaño modesto. En esa época éramos solo mi padre, unos cuantos artesanos y yo. Para progresar tuvimos que superar los límites restrictivos que imponía la artesanía pura y optar por métodos más industriales. Esto nos llevó a pensar en complementar nuestras operaciones con una planta de centrifugado de crin de caballo. Puede que lleváramos dentro eso que algunos describen como “esa pequeña chispa“, así que pusimos en marcha nuestra planta de centrifugado de crin de caballo. El año de la expansión fue 1917; yo tenía entonces 25 años. Obviamente, a causa de la Guerra Mundial, de la falta de materias primas y de las grandes dificultades para obtener la maquinaria apropiada, era una época muy complicada para poner en marcha una iniciativa como esta. Y las cosas no mejoraron cuando mi padre enfermó poco tiempo después. La situación parecía francamente mala, pero en Västmanland, que es la región de Suecia de donde procedemos, somos famosos por nuestra voluntad y obstinación. ¡Tal vez no fuera más que el orgullo lo que nos hizo resistir!».

Tres años después de haber decidido concentrarse exclusivamente en las camas, y habiendo puesto en marcha su propia planta de centrifugado, Hästens compró veinte toneladas de crin de caballo para satisfacer la demanda de producción. Los maestros fabricantes de sillas estaban obsesionados con la calidad en su búsqueda del mejor producto posible, con el «espíritu de excelencia» impulsándolos a ir más allá de las condiciones existentes y a establecer su propio estándar. En busca de los mejores materiales viajaron por todo el mundo, incluido Egipto, donde se encuentra la crin de caballo de la mejor calidad. Desde ese momento se empezó a transportar a Köping crin de cola de caballo de los relucientes caballos árabes para lavarla y aclararla en las frescas y limpias aguas del río que corre junto a la fábrica.

La pequeña localidad de Hed pronto fue insuficiente para la expansión del negocio familiar, y en 1924 Janson se planteó su traslado a Estocolmo. En la capital había más clientes, y las ventas de Hästens en los grandes almacenes Nordiska Kompaniet, situados en el centro de la ciudad, ya eran considerables. Se buscó una planta de fabricación en Sundbyberg, cerca de Estocolmo, pero un apasionado romance propició un cambio de planes e hizo que Hästens se decidiera por la localidad de Köping. David Janson se había enamorado de Astrid, una chica nacida en Köping, y al año siguiente nació Solveig, el primer hijo de la pareja. Desde entonces, la ciudad ha sido el centro de operaciones de Hästens.

En 1926 la compañía empezó a fabricar edredones y almohadas usando los mejores plumones y plumas disponibles y complementando así su negocio de fabricación de camas.

En los años treinta la familia detectó un cambio muy significativo en la cultura del sueño. Si hasta entonces muchos se las habían apañado para pasar la noche en un sofá, cada vez eran más los que invertían en un dormitorio amueblado y una cama adecuada. El 13 de enero de 1935 se registró el logo de Hästens como marca registrada en Suecia, marca que sigue en vigor en la actualidad.

Para mediados de los años cuarenta, Hästens había crecido hasta el punto de necesitar unas instalaciones más grandes. Janson no solo quería expandirse, sino que quería crear también una nueva fábrica del sueño. A finales de aquella década contactó con Ralph Erskine, que por entonces era un arquitecto poco conocido. El estilo de Erskine atrajo a Janson, quien le propuso diseñar la nueva fábrica. El resultado fue un edificio que no se parecía en nada a una fábrica convencional. Inicialmente conocido como «el Tivoli», su diseño único, de líneas elegantes y ligeras formas arqueadas, lo convirtió rápidamente en un icono entre los arquitectos suecos.

Como promesa de calidad y durabilidad, Janson introdujo una garantía de 25 años para todas las camas. Su intención era producir camas que fueran igual de cómodas (o más) veinticinco años después de haber sido estrenadas.

Cuando Hästens celebró su centenario como fabricante de camas en 1952, el rey Gustaf Adolfo VI de Suecia le otorgó el título de Proveedor de la Casa Real y visitó la fábrica de Köping al año siguiente, en reconocimiento formal a los productos de alta calidad de la compañía. Ese mismo año, la Swedish American Line compró camas Hästens para su línea de cruceros M/S Gripsholm. Hästens empezó a adquirir una gran reputación por su calidad superior.

LA CUARTA GENERACIÓN


Solveig, hija de David Janson, fue directora financiera de la compañía durante muchos años a mitad de siglo, y en 1963 pasó a ser responsable de operaciones junto con su marido, Jack Ryde, para lo cual contó con el apoyo de dos hermanas más jóvenes, Ethel e Yvonne. El negocio se expandió rápidamente en varias direcciones para incluir también la fabricación de muebles, asientos y cojines para la espalda.

Jack Ryde, un entusiasta del arte y el diseño, tuvo la idea de diseñar un estampado distintivo y de alta calidad que representara a la marca. En 1978 diseñó el Hästens Blue Check y lo dio a conocer en una feria de mobiliario de Suecia. Su vistoso diseño no tardó en ser objeto de críticas por parte de la prensa sueca. La frescura de su estampado azul y blanco chocaba de frente con los tonos prevalentes en los años setenta (marrones, verdes, naranjas); era totalmente distinto de todo lo que se había visto hasta entonces en una cama. Pero la historia ha terminado por darle la razón. Jack Ryde desafió y transformó el status quo, y con ello la imagen y la función tradicionales de las camas.

Solveig Ryde & Jack Ryde